En un reciente artículo publicado en La Vanguardia recogen reflexiones que he realizado sobre cómo afecta la inteligencia artificial a la enseñanza. Siendo un tema que me interesa tanto personal como profesionalmente, os incluyo un desarrollo más ampliado de las distintas ideas que se plantean en el artículo. Algunas de las cuales ya están recogidas en el artículo de este mismo blog: ChatGPT no va a acabar con los profesores.
Impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en la educación
Es normal que cuando surge una tecnología disruptiva se produzca, en mayor o menor medida, un debate sobre los métodos docentes vigentes. Pasó con las calculadoras, la televisión, los ordenadores personales, Google, los teléfonos móviles y las tabletas, la Wikipedia, y ahora con ChatGPT. Hay que ser prudentes a la hora de valorar los efectos que puede tener. Desde luego estamos ante una tecnología con un potencial enorme en el sector educativo. ChatGPT responde a preguntas sobre cualquier tema, y puedes pedirle tareas como resumir un texto, que te explique un concepto como si tuvieras cinco años o que realice un ensayo breve comparando dos escritores.
Serán los propios profesores los que decidan cómo integrar la IA en las aulas ya que sobre ellos recae la responsabilidad última de la actividad docente. Es importante recordar que no existe una manera única de dar clase. La IA es una herramienta a disposición del profesor, no una imposición. Lo que creo que hay que tener muy presente es que esta tecnología está disponible para los alumnos. La IA va a seguir extendiéndose a todos los rincones en los que se accede o se genera información, y su uso terminará siendo tan cotidiano como lo es ahora el de las calculadoras, los correctores o los traductores automáticos. Esto influye a la hora calificar al estudiante dependiendo del objetivo de aprendizaje. Es el mismo debate sobre si permitimos las calculadoras o no en un examen, y que dependiendo de lo que estés examinando tendrá sentido o no.
Un tema recurrente es el impacto que la IA puede tener en los deberes. De nuevo hay que tener presente que la IA es un recurso más a disposición de los docentes. Que haya o no deberes, como la propia palabra indica, creo que es una cuestión en la que afectan más los valores culturales que la tecnología. La IA puede tanto acabar con los deberes como terminar siendo parte de los mismos.
Es importante tener en cuenta que las posibilidades que aporta la IA en las aulas son innumerables, pero no agotan la innovación educativa. Los docentes tienen a su disposición un menú muy variado de metodologías como el aprendizaje basado en proyectos, la clase invertida, el aprendizaje colaborativo, aprender haciendo o aprender enseñando… La innovación educativa va más allá de la aplicación de tecnología.
Ventajas de la IA en el aula
Esta nueva generación de inteligencias artificiales simplifica enormemente el acceso y la elaboración de contenidos. Si quiero saber la diferencia entre dos escuelas filosóficas, ahora tengo un resumen elaborado por la IA en vez de un listado de páginas web. Como mínimo, este cambio debería provocar una reflexión sobre cómo estamos orientando los objetivos docentes. Venimos de una enseñanza basada en la acumulación de conocimientos cuando la sociedad de la información requiere un aprendizaje relacional, que vaya más allá del mero recordatorio de lo aprendido. Un aprendizaje que produzca un impacto más duradero en el alumno y que promueva la generalización de los conceptos o habilidades nuevas adquiridas de manera que puedan ser aplicadas en contextos distintos de donde fueron aprendidos. Este debate no es nuevo ni mucho menos. Ya señalaba Ortega y Gasset hace más de un siglo la diferencia que existe entre comprender y el mero saber, y exhortaba a huir de una erudición como mera acumulación de hechos.
En mi opinión, la IA se tiene que poner al servicio de la sociedad, y ahora estamos en un momento en el que priman posiciones relativistas para todo que ofrecen múltiples verdades, en muchos casos, opuestas. Esto nos pone en una tesitura de una decisión continua si no queremos caer en el dogmatismo. Necesitamos potenciar más que nunca un pensamiento crítico que nos ayude a tomar decisiones informadas. Las IA generativas pueden ser una buena herramienta para entrenar el razonamiento. Por ejemplo, se pueden generar argumentos opuestos para contrastarlos, evaluarlos y mejorarlos, resaltar las fortalezas y señalar las debilidades. Se pueden aprovechar para deliberar conjuntamente o pueden simular un debate en el que cada uno asuma una postura. No me estoy refiriendo concretamente a ChatGPT, que muestra debilidades importantes en algunos de estos puntos, sino a IA diseñadas específicamente para ello. Me encantaría tener una IA con la que pudieras mantener diálogos socráticos, por ejemplo. Un uso que me parece también muy estimulante es utilizarlas para simular personajes o recrear hechos históricos de los que puedas ser partícipe. Creo que puede ser una manera muy divertida, a la vez que fructífera, de aprender historia que habría que explorar. Puestos a pedir, también se podría combinar la IA con la realidad virtual para realizar juegos formativos. El otro punto fuerte de estas IA es la estimulación de la creatividad que se extiende no solo al texto, sino también a la generación de imágenes, vídeos o audio. Aquí tenemos una herramienta transversal a cualquier asignatura. Las posibilidades en cuanto a la generación de contenidos son inagotables.
Ventajas para el alumnado
Pensemos en que ChatGPT es un punto de partida. Sin duda, es impresionante lo que se puede conseguir con esta aplicación, y es más sorprendente si tenemos en cuenta que es una aplicación de propósito general. En el caso concreto de aprender a programar es una herramienta muy potente. Ahora bien, con inteligencias artificiales específicas para la educación se pueden superar varias de las limitaciones actuales de ChatGPT. Desde luego que uno de los grandes beneficiarios de la IA aplicada a la educación van a ser los alumnos. Estos adquieren una mayor autonomía, ya que la pueden utilizar para resolver dudas, repasar o para autoevaluarse comparando sus resultados con los de la IA. También la pueden utilizar para resumir artículos, escritos, apuntes… y obtener una visión más general de un tema. Aunque hay que tener en cuenta que los usos y beneficios que vas a obtener en primaria son distintos a los de la universidad.
Muchas de estas tareas ya se pueden hacer con ChatGPT, aunque algunas veces puede cometer errores de bulto. Un ejercicio que me parece interesante es ponerlo a prueba para intentar sacarle errores. Es una manera de aprender a preguntar, lo cual es fundamental para dar sentido a lo que aprendemos, y no se suele practicar en las aulas. Mi impresión es que, cuando enseñamos, las preguntas ya les vienen dadas a los alumnos, cuando es necesario que aprendan a formularlas por ellos mismos. Necesitamos fomentar una enseñanza más reflexiva en la que incorporemos la indagación como metodología docente de manera similar a cómo se genera el conocimiento científico.
Riesgo de la IA en la educación
Mi preocupación actual es que no caigamos en la falacia de denostar el valor que tiene el conocimiento porque la IA nos facilite el acceso y la generación del mismo. Cuando me refería antes a huir de la acumulación de hechos me refería a cambiar la manera en que adquirimos el conocimiento. Aprender es dar sentido a la información. Necesitamos un aprendizaje que nos permita comprender mejor la realidad, que nos permita capturar el sentido de las cosas y saber relacionarlas. Tenemos que formar senadores y senadoras romanas, no jugadores del Trivial. No se puede razonar en el vacío. Como nos recuerdan expertos en psicología del aprendizaje, nuestras habilidades cognitivas dependen de que los conocimientos estén en nuestro cerebro. El conocimiento previo es fundamental, ya que es el que nos permite crear conexiones entre lo que sabemos y lo que queremos aprender. Cuantas más conexiones podemos establecer, más sabemos sobre algo. No nos vale con que tengamos acceso a toda la información que queramos. La IA es una herramienta valiosísima sin duda, pero no podemos delegar en ella nuestra capacidad de razonar. A la hora de evaluar puede pasar algo similar. Tenemos que seguir evaluando el conocimiento, ya que una de las maneras más efectiva de consolidarlo es expresarlo con nuestras propias palabras.