Ver para creer

Crystallographic photo of Sodium Thymonucleate, Type B. "Photo 51." May 1952. Creator: Rosalind Franklin, Raymond G. Gosling http://scarc.library.oregonstate.edu/coll/pauling/dna/pictures/sci9.001.5.html

Crystallographic photo of Sodium Thymonucleate, Type B. “Photo 51.” May 1952. Creator: Rosalind Franklin, Raymond G. Gosling http://scarc.library.oregonstate.edu/coll/pauling/dna/pictures/sci9.001.5.html

Fíjate con atención en la foto de arriba ya que es una de las más famosas en la historia de la ciencia. ¿Ves algo que te llame la atención? Para una persona entrenada y con conocimiento profundo, esta imagen es una evidencia clara que la estructura del ADN forma una doble hélice. Este fue el caso de los científicos James Watson y Francis Crick. Tras analizar la foto pudieron unir las piezas del puzle que les llevó a proponer en la primera mitad de los años 50 el modelo helicoidal que resolvía la estructura del ADN.  Este modelo supuso un hito sin precedentes en el entendimiento de la biología molecular que les valió a Watson, a Crick y a Maurice Wilkins compartir el premio Nobel de Medicina en 1962.

Esta foto es la número 51 de una serie que realizó la química Rosalind Franklin y su estudiante doctorado en un laboratorio ubicado en el King’s College de Londres donde trabajaba también el galardonado Wilkins. La imagen la obtuvieron mediante una técnica de cristalografía de rayos X que requería de una sofisticada preparación y manipulación para obtener semejante calidad. Tanto la imagen como un informe no publicado llegaron a manos de Watson y Crick a través de Wilkins sin el permiso ni el conocimiento de Franklin. Así, el descubrimiento que abrió las puertas de la biología molecular moderna también se convirtió en el ejemplo más representativo de invisibilización de la mujer en ciencia.

Hay que reconocer a Watson y Crick que, en aquella época, solo estaba al alcance de unos pocos poder interpretar correctamente esa imagen. Aunque todos vemos a través de la retina, y las imágenes llegan al cerebro a través del nervio óptico, la interpretación de lo que está viendo cada persona distinta. Dos observadores en las mismas circunstancias físicas no tienen necesariamente la misma experiencia visual frente a los mismos datos, aunque las imágenes que producen  sus retinas sean idénticas. Esto se entiende claramente cuando se contrapone el criterio del neófito al criterio del experto. Por mucho que observe la foto no voy a ser capaz de interpretarla en los términos que haría un experto. Necesito primero empaparme de una gran cantidad de conocimiento previo antes de estar en disposición de desentrañar el misterio de la estructura del ADN. Y no hace falta irse a un ejemplo tan sofisticado. Cualquiera que haya visto una ecografía habrá tenido la sensación de que el facultativo debe tener una imaginación desbordante ya que donde uno ve manchas, el otro es capaz de describir con todo lujo de detalles el feto. Es condición necesaria que para ser un buen científico uno tiene que aprender a ser un observador competente.

Este fenómeno no se explica únicamente por la asimetría de conocimiento. Dos expertos pueden tener interpretaciones radicalmente opuestas ante las mismas imágenes. La neurocientífica Carmen Agustin pone como ejemplo el caso de Santiago Ramón y Cajal y Camillo Golgi. Ambos recibieron el premio Nobel de Medicina en 1906. Ramón y Cajal fue galardonado por descubrir que el cerebro estaba compuesto de neuronas individuales. Este descubrimiento fue posible gracias a la técnica de tintado de tejidos por la que recibió el premio Camillo Golgi. En lo que podría entenderse como un contrasentido, el científico italiano negaba la existencia de las neuronas que habían sido descubiertas con su técnica, y postulaba que el cerebro era una gran malla en la que no se podían distinguir elementos individuales. Dos científicos laureados con el premio Nobel no se ponían de acuerdo frente a la misma imagen.

Adam Chalmers, en su libro ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, identifica cuatro factores que determinan que la experiencia visual ante el mismo objeto de estudio distintos observadores pueda ser distinta: la experiencia, la educación cultural, las expectativas y, él ya mencionado, conocimiento. Se desvanece el sueño empirista y positivista que promulgaba que los hechos se dan directamente a observadores cuidadosos y desprejuiciados por medio de los sentidos.  Aunque la realidad es única y los sentidos funcionan de manera  similar pueden existir divergencias en cuanto a cómo los datos se interpretan en el cerebro. Estas divergencias entre lo que ven los observadores y sus experiencias perceptuales pueden ser enormes. Afortunadamente, no impactan lo suficientemente como para imposibilitar el avance y la comunicación en ciencia. Más preocupante es la invisibilización y las barreras que sufre la mujer en la ciencia.

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